Se encuentra usted en la que es, sin duda, la comarca más ligada con el vino de todo el norte de España. La entrada en la comarca de Haro viene saludada por el mar de viñedos que rodea esta ciudad riojana. Aquí se encuentran las bodegas que han dado lugar a los más famosos vinos de Rioja, con nombres y añadas míticas desde que se establecieron en esta zona hace más de un siglo.
De antiguo estuvo poblada por Berones. Durante la romanización de la península, se sabe de la existencia de un castro, el "Castrum Bilibium", en las Conchas sobre el Ebro. La fecha tradicional de la fundación de la villa de Haro, se sitúa hacia el siglo X. De todas las versiones que existen sobre la fundación de Haro, la más realista es la de Hergueta, derivándola de un villorrio que cuidaba el faro que alumbraba la desembocadura del río Tirón en el Ebro y parte de éste, ya que esta zona era navegable. De la existencia de este faro proviene el nombre de la villa.
En 1093, Haro fue donada por Alfonso VI de Castilla a Diego López I, Señor de Vizcaya, por su ayuda prestada en las luchas contra el rey aragonés. Y desde este momento, el apelativo de Haro se une al de Señores de Vizcaya hasta que en 1288 lo pierden. En los siglos XIV y XV, la villa pasó a poder de los Trastámara y posteriormente a Navarra, hasta que en 1430, Juan II de Castilla la donó a Don Pedro Fernández de Velasco, con el título de Conde de Haro, por la ayuda recibida en su lucha contra Juan II de Aragón.
En 1710, la ciudad juró fidelidad y obediencia a Felipe V de España, en plena Guerra de Sucesión entre Austrias y Borbones, y prestó refugio a la futura reina doña María Luisa Gabriela de Saboya, junto a su hijo de tres años Luís, príncipe de Asturias. El nuevo rey, Felipe V, en gratitud, la tituló "Muy Noble y Muy Leal".
A lo largo del S. XIX Haro se ve envuelto en los acontecimientos de la época, y a finales de este siglo Haro despunta económicamente gracias a numerosas industrias, algunas de nueva creación. Por todo ello, y a iniciativa del Marqués de Francos, la Reina Regente María Cristina, por Real Decreto de 1891, le concede el título de “Ciudad”.
Resulta llamativa la profusión de palacios que existe en el centro urbano de Haro.
Destacamos, del siglo XVI:Aunque en La Rioja ya se elaboraba vino desde tiempos de la romanización, y era una industria floreciente sobre todo en el XIX, cuando ya se producían exportaciones a América de vinos riojanos, la verdadera revolución en la elaboración se produjo gracias a una plaga que arrasó los viñedos franceses.
En 1863 cuando una plaga de filoxera se extendió por Europa, los bodegueros franceses instalaron en La Rioja almacenes desde los que exportar vino a Burdeos, lo que supuso un gran impulso económico. La plaga arruinó todos los viñedos franceses, por lo que elaboraron vinos riojanos con sus técnicas, de las que aprendieron los productores locales. A estos negociantes franceses se asociaron algunos empresarios de origen vizcaíno comprando la uva a los cosecheros locales, y fijando sus bodegas en las proximidades del incipiente ferrocarril, lo que hoy se conoce como el Barrio de la Estación de Haro.
La inauguración de la línea de ferrocarril Bilbao-Haro facilitaba y abarataba el envío de vino al extranjero desde el puerto de Bilbao. Francia precisaba de quinientos mil hectolitros mensuales para compensar la plaga que sufría. Esto conllevó que en la década de 1880 la superficie de viñedo se viera aumentada de 34.000 a 52.000 hectáreas, llegando a 55.000 a final de siglo.
La producción de vino impulsó la inauguración en 1892 de la Estación Enológica de Haro y una sucursal del Banco de España para gestionar los capitales procedentes de la creciente explotación vinícola. En 1899 se detectó filoxera en La Rioja, en Sajazarra, cerca de Haro. En 1918 se recuperó el viñedo gracias a la experiencia francesa, injertando las variedades autóctonas sobre pies de origen americano a los que no afectaba la plaga.
Aunque los franceses también recuperaron su producción, la expansión de los vinos riojanos continuó debida a los nuevos métodos de elaboración y a la expansión de los mercados gracias a la exportación masiva mediante la mejora de los transportes.
Algunas de las actividades más interesantes se realizan en los viñedos: paseos interpretativos, tareas de viticultura o deportes entre un paisaje que cambia de color con las diferentes estaciones. Hay muchas opciones, desde un paseo en globo sobre los campos de vid hasta recorridos en piragua por el Ebro, pasando por senderismo, BTT o paseos a caballo.
Otra forma de disfrutar del vino, sin beberlo, es someterse a un relajante tratamiento de vinoterapia, aprovechando las propiedades antioxidantes y antienvejecimiento que tiene el fruto de la vid.
Por supuesto hemos de mencionar las visitas a las bodegas, la degustación de los caldos que elaboran, e incluso los cursos formativos de cata de vinos, que forman parte de la oferta de la mayoría de las bodegas de La Rioja.
Pero la forma más tradicional de disfrutar del vino es, sin duda, junto con la excelente gastronomía riojana, ya sea en una comida de maridaje en la que cada plato se acompaña del vino que mejor realza sus cualidades o simplemente, compartiendo una charla entre amigos con pinchos o cazuelitas regados con uno de los mejores vinos del mundo.